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Piometra Canina (Infección Uterina) – Síntomas, Diagnóstico, Tratamiento, Cirugía y Cuidados - piometra en perros

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    VetSağlıkUzmanı
  • 3 oct
  • 15 Min. de lectura

Actualizado: 29 oct

¿Qué es la piometra canina?

La piometra canina es una enfermedad uterina grave y potencialmente mortal que afecta a perras no esterilizadas. Se caracteriza por la acumulación de pus dentro del útero como consecuencia de alteraciones hormonales combinadas con una infección bacteriana ascendente, generalmente causada por Escherichia coli. Estas bacterias suelen ingresar al útero a través del cuello uterino durante el ciclo reproductivo, aprovechando los cambios hormonales que debilitan las defensas naturales del endometrio.

El proceso suele iniciarse durante el diestro, la fase del ciclo en la que predomina la hormona progesterona. Esta hormona prepara el útero para una posible gestación al espesar el revestimiento uterino y disminuir las contracciones musculares. Si no hay fecundación, el útero permanece cerrado, creando un ambiente cálido y húmedo ideal para el crecimiento bacteriano.

Existen dos formas clínicas principales de la enfermedad:

  • Piometra abierta, en la que el cuello uterino está abierto y permite la salida de secreción purulenta.

  • Piometra cerrada, en la que el cuello uterino se mantiene sellado, impidiendo el drenaje del pus y provocando una rápida intoxicación sistémica.

La piometra se presenta con mayor frecuencia en perras adultas o de edad avanzada, aunque también puede afectar a hembras jóvenes si han sido sometidas a tratamientos hormonales o si presentan irregularidades en su ciclo.

Sin tratamiento rápido, la enfermedad puede evolucionar hacia septicemia, peritonitis o fallo multiorgánico, convirtiéndose en una emergencia quirúrgica que pone en peligro la vida del animal. La detección temprana y la intervención oportuna son cruciales para salvar al paciente.


pyometra
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Causas y factores de riesgo en perras

Las causas de la piometra canina están directamente relacionadas con la acción hormonal y las infecciones bacterianas que ascienden desde la vagina hasta el útero. La progesterona desempeña un papel central en este proceso, ya que transforma el entorno uterino para la gestación, pero también lo vuelve susceptible a infecciones si no ocurre embarazo.

Principales causas y factores predisponentes:

  1. Exposición prolongada a progesterona:Durante el diestro, los niveles altos de esta hormona estimulan la secreción uterina y reducen la contractilidad, impidiendo que el útero se limpie adecuadamente.

  2. Hiperplasia endometrial quística (HEQ):Es una alteración del revestimiento interno del útero que ocurre tras múltiples ciclos de celo sin embarazo. Este cambio estructural crea cavidades donde las bacterias pueden multiplicarse fácilmente.

  3. Infecciones bacterianas ascendentes:Las bacterias presentes en la flora vaginal, especialmente E. coli, pueden ingresar al útero cuando el cuello uterino se abre durante el celo.

  4. Terapias hormonales inadecuadas:El uso de fármacos progestágenos o estrógenos para controlar o suprimir el celo incrementa de forma significativa el riesgo de piometra, especialmente con tratamientos prolongados o sin supervisión veterinaria.

  5. Edad avanzada:Las perras mayores de seis años tienen una menor capacidad inmunológica y mayor incidencia de hiperplasia endometrial, lo que aumenta el riesgo.

  6. Ciclos repetidos sin gestación:Cada ciclo hormonal sin embarazo incrementa el daño estructural en el endometrio, predisponiendo a infecciones.

  7. Predisposición racial:Algunas razas como el Golden Retriever, el Rottweiler, el Cocker Spaniel y el Labrador Retriever parecen tener una mayor susceptibilidad, probablemente por factores genéticos y hormonales.

En resumen, la combinación de desequilibrio hormonal y contaminación bacteriana crea un entorno perfecto para el desarrollo de esta enfermedad. La prevención mediante esterilización temprana (ovariohisterectomía) sigue siendo la medida más eficaz para evitar la aparición de la piometra.

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Síntomas y signos clínicos de la piometra en perros

Los signos clínicos de la piometra canina pueden variar dependiendo de si la enfermedad es del tipo abierta o cerrada. En ambos casos, los síntomas suelen progresar rápidamente y, si no se trata a tiempo, pueden derivar en un cuadro de septicemia o falla orgánica múltiple.

Síntomas más comunes en la piometra abierta:

  • Secreción vaginal purulenta: La presencia de líquido espeso, amarillento o con sangre que sale por la vulva es el signo más característico. A menudo, el olor es fétido.

  • Lamerse constantemente la zona genital: La perra intenta limpiarse debido a la incomodidad y al flujo.

  • Fiebre moderada: El cuerpo intenta combatir la infección activa.

  • Letargo y debilidad: La perra muestra falta de energía, duerme más y evita moverse.

  • Disminución del apetito y pérdida de peso: Son síntomas típicos del estado febril y del dolor abdominal.

Síntomas en la piometra cerrada (más peligrosa):

  • Ausencia de secreción visible: El cuello uterino está cerrado, por lo que el pus no puede salir.

  • Abdomen distendido: El útero se llena de líquido purulento, causando inflamación abdominal evidente.

  • Vómitos y diarrea: Resultado de la absorción de toxinas bacterianas.

  • Aumento de la sed y la micción (polidipsia y poliuria): Las toxinas bacterianas afectan la función renal.

  • Fiebre alta o hipotermia: En casos avanzados, el cuerpo puede perder la capacidad de regular la temperatura.

  • Shock séptico: En etapas finales, puede presentarse colapso circulatorio con encías pálidas, respiración acelerada y pulso débil.

La piometra suele desarrollarse de 2 a 8 semanas después del celo, momento en que el útero se encuentra bajo influencia de la progesterona. Por ello, cualquier cambio de comportamiento o secreción anormal posterior al celo debe considerarse una señal de alarma.

El diagnóstico temprano mejora significativamente el pronóstico, ya que las perras tratadas en las fases iniciales suelen recuperarse completamente tras la cirugía.

Diagnóstico de la piometra canina

El diagnóstico preciso de la piometra canina requiere una combinación de historia clínica, examen físico y pruebas complementarias. La evaluación cuidadosa permite diferenciar esta enfermedad de otras condiciones reproductivas o gastrointestinales.

1. Historia clínica y examen físico:El veterinario suele preguntar por la fecha del último celo, cambios en el comportamiento, presencia de secreciones y síntomas como fiebre o aumento de la sed. En la exploración física, se puede detectar un abdomen agrandado y doloroso.

2. Ecografía abdominal:Es la herramienta más confiable y específica. Permite visualizar un útero dilatado con contenido líquido heterogéneo (pus). Además, ayuda a diferenciar la piometra de una gestación o de un quiste ovárico.

3. Radiografía abdominal:Puede mostrar un útero agrandado con paredes gruesas, especialmente en la piometra cerrada. Se utiliza como complemento cuando la ecografía no está disponible.

4. Análisis de sangre (hemograma y bioquímica):

  • Leucocitosis con neutrofilia: indica una fuerte respuesta inflamatoria.

  • Anemia leve o moderada: causada por inflamación crónica.

  • Aumento de urea y creatinina: muestra afectación renal.

  • Elevación de las enzimas hepáticas: puede observarse en casos avanzados.

5. Análisis de orina:Frecuentemente se detecta bacteriuria, densidad urinaria baja y signos de daño renal.

6. Cultivo bacteriano y antibiograma:Si hay secreción vaginal disponible, se puede tomar una muestra para identificar el agente causal y seleccionar el antibiótico más efectivo.

7. Diagnóstico diferencial:Debe distinguirse de otras enfermedades como metritis posparto, gestación, pseudogestación, tumores uterinos o ascitis.

El diagnóstico temprano mediante ecografía y análisis sanguíneos es fundamental para planificar una cirugía segura. Cuanto más se retrase el diagnóstico, mayor será el riesgo de complicaciones sistémicas como la peritonitis o el shock séptico.


Tratamiento médico y quirúrgico de la piometra en perras

El tratamiento de la piometra canina depende del tipo (abierta o cerrada), del estado general de la perra y del deseo del propietario de mantener la capacidad reproductiva del animal. Sin embargo, el tratamiento quirúrgico es, en la gran mayoría de los casos, el método más seguro y eficaz.

Tratamiento médico (conservador)

Se reserva exclusivamente para casos de piometra abierta en hembras jóvenes destinadas a la reproducción. Consiste en una combinación de antibióticos y terapia hormonal, pero con un alto riesgo de recaída.

Componentes del tratamiento médico:

  • Antibióticos de amplio espectro: Se emplean cefalosporinas, fluoroquinolonas o amoxicilina con ácido clavulánico para controlar la infección bacteriana.

  • Prostaglandinas (PGF2α): Se administran para inducir contracciones uterinas y favorecer la expulsión del contenido purulento. Deben usarse con extrema precaución, ya que pueden causar vómitos, cólicos o colapso circulatorio.

  • Fluidoterapia y soporte intravenoso: Mantiene la presión arterial y ayuda a eliminar toxinas bacterianas.

  • Control hormonal y monitoreo constante: Es esencial realizar ecografías de seguimiento y análisis sanguíneos periódicos.

A pesar de estos cuidados, el tratamiento médico tiene una eficacia limitada (alrededor del 25–30 %) y las recaídas son frecuentes. Por ello, no se recomienda como opción definitiva.

Tratamiento quirúrgico (ovariohisterectomía – OHE)

La cirugía consiste en la extracción completa de los ovarios y el útero infectado, eliminando la fuente de pus y hormonas que alimentan la enfermedad. Es la opción curativa definitiva y evita futuras recurrencias.

Antes de la cirugía, es fundamental estabilizar a la paciente con líquidos, antibióticos, analgésicos y, si es necesario, medicamentos para proteger los riñones. Una perra con septicemia debe ser tratada como paciente de emergencia crítica.

Ventajas de la cirugía:

  • Elimina por completo la infección.

  • Previene nuevas piometras.

  • Reduce el riesgo de tumores mamarios hormonodependientes.

  • Prolonga la esperanza y calidad de vida del animal.

En casos graves, donde el útero se encuentra muy distendido o existe riesgo de ruptura, la cirugía debe realizarse de inmediato, ya que cada hora de retraso puede ser fatal.

Cirugía de piometra paso a paso

La cirugía de piometra (ovariohisterectomía terapéutica) es un procedimiento de emergencia que debe realizarse bajo anestesia general controlada por un equipo experimentado. Es una operación de alto riesgo si la perra presenta shock o septicemia, pero la única que ofrece una recuperación definitiva.

1. Preparación preoperatoria:

  • Se administra fluidoterapia intravenosa para estabilizar la presión y rehidratar al paciente.

  • Se aplican antibióticos profilácticos antes de la incisión.

  • Se realiza una evaluación cardíaca y renal para ajustar la anestesia de forma segura.

2. Anestesia y monitoreo:

Se utiliza anestesia general inhalatoria o combinada, dependiendo del estado clínico. Se monitorizan la frecuencia cardíaca, respiratoria, presión arterial y temperatura corporal durante todo el procedimiento.

3. Incisión abdominal:

Se practica una incisión ventral media desde el ombligo hasta el pubis. El útero, agrandado y lleno de pus, se manipula con sumo cuidado para evitar su ruptura.

4. Ligadura y extracción del útero:

  • Se colocan ligaduras en los pedículos ováricos y en la base del útero (cuello uterino).

  • Se corta el útero y se extrae junto con los ovarios.

  • Se inspecciona la cavidad abdominal para descartar contaminación purulenta.

5. Lavado abdominal (si es necesario):

Si el útero se ha roto o existe riesgo de fuga, se realiza un lavado peritoneal con solución salina estéril para eliminar bacterias y toxinas.

6. Cierre quirúrgico:

El abdomen se cierra en tres capas: peritoneo, músculos y piel. Se utilizan suturas absorbibles internas y, en algunos casos, puntos externos removibles.

7. Cuidados intraoperatorios esenciales:

  • Mantener una temperatura corporal adecuada.

  • Control estricto del sangrado.

  • Monitoreo de reflejos anestésicos y saturación de oxígeno.

Después de la cirugía, la paciente debe permanecer hospitalizada al menos 24 a 48 horas. Durante ese tiempo se administran líquidos, antibióticos, analgésicos y protectores gastrointestinales.

Pronóstico quirúrgico:Con una cirugía temprana y un manejo postoperatorio adecuado, más del 90–95 % de las perras afectadas se recuperan completamente. Sin embargo, si la operación se realiza tarde o hay septicemia, el riesgo de mortalidad aumenta considerablemente.


Cuidados postoperatorios después de la cirugía de piometra

El período postoperatorio es una fase crucial en la recuperación de una perra que ha sido sometida a una ovariohisterectomía por piometra. Aunque la cirugía elimina la causa principal de la infección, el cuerpo aún debe eliminar las toxinas bacterianas acumuladas y estabilizar sus funciones vitales. Los cuidados intensivos durante los primeros días determinan el éxito del tratamiento.

1. Control y hospitalización inicial:

Durante las primeras 24–48 horas tras la cirugía, la perra debe permanecer hospitalizada para recibir fluidoterapia, antibióticos intravenosos y control de la temperatura corporal. La hipotermia, el shock o la deshidratación son complicaciones comunes inmediatamente después de la operación.

2. Medicación postoperatoria:

  • Antibióticos: se administran durante 7 a 10 días para prevenir infecciones secundarias.

  • Analgésicos y antiinflamatorios: reducen el dolor y la inflamación abdominal.

  • Protectores gástricos: ayudan a evitar gastritis por estrés o medicamentos.Es fundamental respetar las dosis y la duración indicadas por el veterinario, ya que la interrupción prematura del tratamiento puede reactivar la infección.

3. Cuidados en casa:

El propietario debe garantizar un entorno tranquilo, limpio y cálido. La perra no debe realizar esfuerzos, saltar ni subir escaleras durante al menos 10–14 días. Es aconsejable proporcionarle una cama cómoda y evitar el contacto con otros animales.

La herida quirúrgica debe revisarse diariamente. No debe presentar secreción, inflamación ni mal olor. Si la perra intenta lamer la zona, debe usar un collar isabelino.

4. Alimentación e hidratación:

El apetito suele regresar entre las 24 y 48 horas después de la cirugía. Se recomienda ofrecer comida húmeda de fácil digestión, en pequeñas porciones frecuentes. El acceso constante a agua limpia es fundamental para ayudar a los riñones a eliminar las toxinas acumuladas.

5. Seguimiento veterinario:

El veterinario debe revisar la herida y el estado general entre los 7 y 10 días después de la cirugía, o antes si aparecen signos de fiebre, vómitos o letargo.

Una recuperación normal se caracteriza por una mejora del apetito, aumento progresivo de la energía y cicatrización sin complicaciones. La mayoría de las perras se encuentran completamente recuperadas en un plazo de 3 a 4 semanas.

Complicaciones y pronóstico

A pesar de una cirugía exitosa, la piometra puede dejar secuelas si la enfermedad se diagnostica tardíamente. Las complicaciones postoperatorias pueden estar relacionadas tanto con el proceso infeccioso previo como con el estado general de la paciente.

Complicaciones posibles:

  1. Hemorragia interna:Puede ocurrir si se rompen las ligaduras de los vasos uterinos u ováricos. Se manifiesta con palidez de mucosas, debilidad extrema o abdomen distendido.

  2. Peritonitis séptica:Se presenta cuando el útero se rompe antes o durante la cirugía, liberando pus al abdomen. Es una emergencia que requiere tratamiento intensivo con antibióticos y lavado peritoneal.

  3. Infección de la herida quirúrgica:Ocurre por contaminación bacteriana o manipulación indebida. La zona se torna roja, caliente y dolorosa, con posible secreción purulenta.

  4. Dehiscencia de suturas:Puede producirse si la perra realiza movimientos bruscos, se lame la herida o presenta infecciones en la zona.

  5. Insuficiencia renal o hepática:En casos avanzados de piometra, las toxinas bacterianas pueden dañar los riñones y el hígado. Por ello, el control analítico postoperatorio es fundamental.

  6. Shock séptico:Complicación grave y potencialmente fatal que ocurre cuando las bacterias y toxinas pasan al torrente sanguíneo. Requiere hospitalización inmediata y tratamiento intensivo.

Pronóstico:

  • Excelente, si la cirugía se realiza antes de la ruptura uterina y la paciente está estabilizada (tasa de éxito superior al 90 %).

  • Reservado, si hay septicemia o daño renal avanzado, ya que la recuperación puede prolongarse varias semanas y requerir soporte médico constante.

  • Desfavorable, si el diagnóstico es demasiado tardío o la perra llega en shock irreversible.

El seguimiento posoperatorio, la correcta administración de medicamentos y la alimentación equilibrada determinan la evolución final. Una vez esterilizada, la piometra no puede reaparecer, y la calidad de vida de la perra mejora notablemente.


Prevención de la piometra en perras

La piometra canina es una enfermedad totalmente prevenible si se adoptan medidas reproductivas responsables. La principal estrategia de prevención es la esterilización temprana (ovariohisterectomía preventiva), que elimina por completo el riesgo al retirar el útero y los ovarios, las estructuras donde se origina la infección.

1. Esterilización preventiva:

La esterilización antes del primer o segundo celo es la forma más segura y eficaz de prevenir la piometra. Además, reduce la incidencia de tumores mamarios hormonodependientes y evita embarazos no deseados. Las perras esterilizadas tienen una esperanza de vida más larga y saludable.

2. Evitar tratamientos hormonales inadecuados:

El uso de fármacos progestágenos (como el acetato de megestrol o la medroxiprogesterona) para suprimir el celo está directamente asociado al desarrollo de hiperplasia endometrial quística y, posteriormente, a la piometra. Estos medicamentos deben evitarse salvo bajo estricta supervisión veterinaria.

3. Control reproductivo y revisiones periódicas:

Las perras enteras (no esterilizadas) deben someterse a revisiones ginecológicas anuales, especialmente a partir de los 5–6 años. Las ecografías abdominales periódicas permiten detectar alteraciones uterinas antes de que se conviertan en emergencias.

4. Higiene y manejo adecuado:

Durante el celo, se debe mantener la zona genital limpia y evitar el contacto con machos no controlados. Las infecciones ascendentes son más comunes en ambientes sucios o con alto estrés.

5. Educación al propietario:

El tutor debe comprender que la piometra no es una simple infección uterina, sino una enfermedad potencialmente mortal. Reconocer los signos tempranos —como secreción anormal, fiebre, sed excesiva o decaimiento— puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte del animal.

En definitiva, la esterilización preventiva es la herramienta más eficaz y ética para garantizar el bienestar y la salud de las perras a largo plazo. Evita tanto el sufrimiento animal como los costos elevados del tratamiento quirúrgico de emergencia.

Diferencias entre piometra abierta y cerrada

La piometra abierta y la piometra cerrada son dos manifestaciones clínicas de la misma enfermedad, pero con diferencias cruciales en su presentación, diagnóstico y riesgo vital. Conocerlas ayuda a actuar rápidamente ante los primeros signos.

Tipo de Piometra

Características principales

Riesgo vital

Diagnóstico

Tratamiento recomendado

Piometra abierta

El cuello uterino permanece abierto, permitiendo la salida del pus a través de la vulva.

Moderado

Se identifica fácilmente por la secreción vaginal visible.

Cirugía (OHE) tras estabilización; en casos leves puede intentarse tratamiento médico bajo control estricto.

Piometra cerrada

El cuello uterino está completamente cerrado; el pus se acumula dentro del útero.

Muy alto

No hay secreción visible; diagnóstico solo por ecografía y síntomas sistémicos graves.

Cirugía de urgencia. Riesgo alto de ruptura uterina y septicemia.

Piometra abierta:

El signo más evidente es la secreción purulenta o sanguinolenta con olor fétido. La perra suele estar decaída, pero el diagnóstico suele ser rápido y el pronóstico favorable si se actúa con prontitud.

Piometra cerrada:

Es la forma más peligrosa porque no hay signos externos visibles. El útero distendido puede romperse, liberando pus en la cavidad abdominal y provocando peritonitis séptica. El estado general empeora rápidamente, con fiebre alta, deshidratación, vómitos y shock.

El diagnóstico mediante ecografía abdominal es esencial para diferenciar ambas formas y planificar el tratamiento adecuado. En todos los casos, la cirugía sigue siendo la solución definitiva.

La piometra cerrada requiere intervención inmediata y hospitalización intensiva, mientras que la piometra abierta puede permitir un manejo más controlado. Sin embargo, ambas representan una amenaza seria para la vida del animal si no se tratan a tiempo.


Relación entre la piometra y el ciclo reproductivo de la perra

La piometra canina tiene una relación directa con el ciclo reproductivo y la acción hormonal, especialmente con la hormona progesterona. Esta conexión explica por qué la enfermedad aparece casi siempre pocas semanas después del celo (estro).

Durante el diestro, que es la fase del ciclo posterior al celo, la concentración de progesterona aumenta de forma significativa. Esta hormona tiene el objetivo de preparar el útero para un posible embarazo:

  • Engrosa el revestimiento del endometrio.

  • Inhibe las contracciones uterinas.

  • Aumenta las secreciones glandulares.

Si no ocurre fecundación, el útero permanece cerrado, cálido y lleno de secreciones. Este ambiente húmedo y rico en nutrientes se convierte en un medio ideal para el crecimiento de bacterias que ascienden desde la vagina, como Escherichia coli.

Además, la progesterona suprime la respuesta inmunológica local del útero, permitiendo que las bacterias se multipliquen sin control. Con el tiempo, estas bacterias producen pus, inflamación y liberan toxinas que se absorben al torrente sanguíneo.

Otro factor importante es la hiperplasia endometrial quística (HEQ), una alteración crónica del útero que se desarrolla tras múltiples ciclos hormonales sin gestación. Cada ciclo sin embarazo debilita el tejido uterino y aumenta el riesgo de infección.

Por esta razón, las perras que no se reproducen, especialmente las mayores de 5 años, son las más propensas a desarrollar piometra. El vínculo entre progesterona, diestro y cambios endometriales explica por qué la esterilización temprana no solo previene la enfermedad, sino que también elimina completamente su causa hormonal.

Consejos para propietarios de perras con piometra

El diagnóstico de piometra puede resultar angustiante para los propietarios, ya que se trata de una condición que amenaza la vida del animal. Sin embargo, una respuesta rápida, el cumplimiento del tratamiento y un seguimiento adecuado son claves para la recuperación.

1. Acudir inmediatamente al veterinario:

La piometra es una emergencia médica. Intentar esperar o tratarla con remedios caseros puede poner en riesgo la vida del animal.

2. No administrar medicamentos por cuenta propia:

Antibióticos o antiinflamatorios sin supervisión veterinaria pueden alterar los síntomas y dificultar el diagnóstico correcto.

3. Seguir estrictamente las indicaciones médicas:

Tras la cirugía, la administración puntual de antibióticos, analgésicos y protectores gástricos es esencial. No suspender el tratamiento antes del tiempo indicado, incluso si la perra parece recuperada.

4. Mantener un ambiente tranquilo y cómodo:

Durante la recuperación, la perra debe descansar en un lugar limpio, silencioso y cálido. Evita movimientos bruscos, saltos o juegos durante al menos 14 días.

5. Controlar la alimentación y la hidratación:

Ofrecer alimentos húmedos de fácil digestión y mantener agua fresca disponible. La buena hidratación ayuda a los riñones a eliminar toxinas y acelera la recuperación.

6. Revisar la herida quirúrgica a diario:

Debe permanecer limpia, sin enrojecimiento ni secreción. En caso de inflamación, fiebre o mal olor, acudir inmediatamente al veterinario.

7. Programar revisiones de seguimiento:

Incluso si la recuperación parece completa, se recomiendan revisiones a los 7, 14 y 30 días tras la cirugía para evaluar la cicatrización y la función renal.

8. Esterilizar a otras hembras del hogar:

Si hay más perras sin esterilizar, deben operarse para prevenir futuros casos. La piometra no es contagiosa, pero los mismos factores hormonales pueden predisponerlas.

9. No retrasar la cirugía si el veterinario la recomienda:

En la piometra cerrada, cada hora cuenta. Un retraso puede llevar a la ruptura uterina y a una infección generalizada.

10. Comprender el riesgo de recurrencia:

Tras la extracción del útero y los ovarios, la piometra no vuelve a aparecer. Sin embargo, si solo se trató médicamente, la probabilidad de recaída en el siguiente celo puede superar el 60 %.

El propietario tiene un papel vital en la recuperación: la observación constante y el cumplimiento estricto de las indicaciones médicas son la diferencia entre la vida y la muerte. Con cuidados adecuados, la mayoría de las perras superan la enfermedad completamente y llevan una vida normal y saludable.


Recuperación y seguimiento a largo plazo

La recuperación después de una cirugía por piometra canina depende del estado general del animal al momento de la intervención y de la gravedad de la infección. Si la cirugía se realiza a tiempo y el tratamiento postoperatorio se cumple correctamente, la mayoría de las perras se recuperan completamente sin secuelas.

Etapas de la recuperación:

  • Primeras 48 horas: período crítico donde la paciente necesita observación continua. Se controla la temperatura, el pulso, la respiración y la herida quirúrgica. La administración intravenosa de líquidos y antibióticos es esencial.

  • Día 3–7: la perra comienza a mostrar más energía y apetito. Se reduce la inflamación abdominal y puede reanudarse una dieta normal.

  • Día 10–14: se retiran los puntos (si no son absorbibles). En este punto, la herida externa debe estar completamente cicatrizada.

  • Después de 1 mes: la recuperación total del organismo. Los niveles renales y hepáticos suelen normalizarse y el comportamiento vuelve a la normalidad.

Seguimiento veterinario:

El veterinario puede recomendar análisis sanguíneos de control para evaluar el estado del hígado y los riñones, especialmente si la piometra fue avanzada o si hubo septicemia. En algunos casos, se sugiere un chequeo general cada seis meses durante el primer año posterior a la cirugía.

Cuidados a largo plazo:

Las perras esterilizadas ya no volverán a tener celo ni sufrirán piometra, pero pueden presentar tendencia al aumento de peso debido a los cambios hormonales. Por ello, es importante ofrecer una dieta equilibrada y fomentar la actividad física moderada.

El propietario debe observar cambios en el comportamiento, apetito o micción, ya que una detección temprana de cualquier alteración postoperatoria mejora significativamente el pronóstico.

Con atención adecuada, la mayoría de las perras operadas por piometra llevan una vida plena, saludable y sin riesgo de recurrencia. La esterilización no solo cura, sino que también previene enfermedades hormonales graves y mejora la longevidad del animal.

Fuentes (Sources)

  • American Veterinary Medical Association (AVMA)

  • Royal Veterinary College (RVC)

  • Cornell University College of Veterinary Medicine

  • World Small Animal Veterinary Association (WSAVA)

  • Mersin Vetlife Veterinary Clinic – Haritada Aç: https://share.google/XPP6L1V6c1EnGP3Oc

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